Tuesday, February 17, 2009

O una noche cualquiera...

Qué increible, una miradita al espejo - decepcionada como siempre - me devela la hinchazón en el ojo derecho, la misma que tenía el año pasado más o menos por estos días.

Si no fuese por que de día soy obrero, doctor, cartonero, o cualquier alternativa a esos oficios comunes; de noche, o al menos de noche, acabaría con la cereza embarrada en mi almohada, soñando cuadros, paredes, billetes, e imagenes felices en algun parque o restaurant de alguna zona aledaña a mi morada transitoria.
Sin embargo la noche "cae" (como se dice por ahí) con los animos renovados, las mismas ganas de desangrarme minuciosamente, hacerme su víctima, solo de ella. A veces noto lo rutinario de lo que a mal_decir pondria como "angustia nocturna o acuerdos de mutua conveniencia con un alter-ego hijo de puta", pero la mayoria de las veces no hay rivotril que la frene; se sabe punzante, vil, sigilosa, y me aborda cuando encarno algun recuerdo feliz, de esos que se van al cenicero con una seca profunda...
La noche castiga y consuela, se lleva todo para llenar los mismos vacíos. y cuando se aburre, me deja algunas letras que mal gasto aqui, en ese intento de transmitirme pa' otros ojos.

En realidad es patético el juego ese, pero me alegra de alguna manera saber que me entiendo aqui, a falta de la totalidad de los dias y noches en los cuales paseo de la mano con lo soplado y lo viejo, buscandome inutilmente.

Monday, February 2, 2009

Una mañana

a Eduardo

Uno

Ya hace el tiempo, desde que me dormí en tu cama, respirando el olor de tu ropa.
Ya el tiempo hizo, hizo sueño, vida de niño, y se llevó a las sombras de Chacarita el niño que evoco con cada pavada en mi decir.

Dos

Hoy lamí tu recuerdo en otros ojos.
Dije cama, dije caja, y hablé tus palabras con un humor inescrupuloso.
Soñé despierto con tu puño y letra, me sumergí en un temblar de aire rompiendo tus cartas para que nadie las llore, te lloré hoy para otras manos que escriben, con otros ojos.
Te lloré en silencio, y para mis adentros.

Tres

La desidia en la mezcla sátira de quien escribe, el avivarse temporalmente, jazz de fondo, y lo mucho que se pierde al plasmar una historia en un monitor de 17' pulgadas, son una bastarda forma de pensarte y concluír en un "cuánta falta me haces" mudo.
Al igual que la tendencia a marcar una tendencia que encierre arbitrariamente un suspiro libre, que el día de repente pierda los colores que tenía, y me devuelva a algún mes de años pasados.

Cuatro

Cuánta falta me haces.